Hace unos días estuve fotografiando en una escuela, aproveché y me senté a hablar con algunos de los pequeños. Duele ver todo lo que deben
soportar algunos niños y niñas, ver en sus rostros una sonrisa acompañada de
lágrimas, una de esas sonrisas que te dicen “quiero que creas que estoy bien,
pero en realidad estoy hecho pedazos”.
Fue difícil contener mi llanto con lo que me contaban los
niños, cosas tales como: “fui violada” “mi mamá se vende a viejos” “mi tío me
hace daño” “nadie me quiere porque estoy enferma”, etc.
Les compartiré una de las historias: “Mi mamá parecía
loca, llevaba hombres raros a la casa y me regañaba mucho para que me fuera, yo
la veía llorar mucho, vi cómo le hacían daño. Ahora hay otras dos personas que
me cuidan pero no son mis papás (padres sustitutos) y mi mamá no me visita en
la sede, la extraño, quiero verla ya no quiero más esto” Cristián, sentado
cerca de un árbol, me dice esto mientras llora, luego se me lanza y me da un
abrazo, él es uno de esos niños “problema” al que todo el mundo le grita, él no
sabe controlarse y al parecer, nadie comprende que ha tenido una vida tan dura,
a pesar de ser tan pequeño tiene más mundo que muchos. Lo golpean, lo insultan,
le gritan, “no sea intenso, cállese, quédese quieto”. Cuánto tiempo no ha
tenido que contenerse y no gritar, no expresar su dolor, cuánto tiempo no tuvo
que quedarse quieto encerrado en su habitación, mientras su mamá se prostituía
en casa, me preocupa que estemos perdiendo la capacidad de comprender, de
ponernos en los zapatos del otro, no se trata tampoco de dejarlo hacer lo que
se le dé la gana, pero al menos, con amor y paciencia, enseñarle.
Hay niños que
crecieron escuchando gritos e insultos, un poco de amor y paciencia no les
caería mal, es hora de dejar de pensar que grito se calma con grito, guerra se
detiene con guerra, aquí hay que empezar a combatir con amor, hay que
comunicarnos, hay que SER humanos. Nos estamos perdiendo.
El único escape de los niños y las niñas es ir a la
escuela, estar con sus compañeros(as), es ir a aprender, quieren ser mejores y
cambiar su realidad, la realidad de muchos.
Me entristece saber que allí afuera, tan solo con salir
de mi casa, puedo ver a niños que están peor, que tienen un mundo lleno de
dolor a cuestas, me duele saber que muchos no tienen ese escape que es la
educación o el arte, que no tienen el apoyo de nadie, que sin saber vivir, ya les toca intentar
sobrevivir…
Los niños y niñas de esa escuela me enseñaron muchas
cosas, entre esas, que poco a poco todo se desmorona, pero hay que seguir
adelante, y reconstruir. ¡Gracias!